Si estás opositando seguramente sentirás incomprensión
Consulta nuestro artículo en nuestra web de coaching ...
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Todos hemos pasado por momentos en los que, muchas veces para nuestro propio asombro, dejamos de tener interés por aquello que nos estimuló durante mucho tiempo, incluso, toda nuestra vida y queremos un cambio. Una necesidad de cambio que nace en nosotros mismos y no viene impuesta por factores externos como la jubilación, una separación…etc. El trabajo por el que tanto luchamos y creímos deja de motivarnos; en el negocio en el que invertimos todo nuestro tiempo y energía descubrimos que ya no queremos ni darle ese tiempo ni esa energía. De pronto nace en nosotros una necesidad de cambiar nuestros hábitos, nuestras creencias, nuestra forma de vida, porque una necesidad apremiante de “nuevo” se instala en nuestra rutina, y es en este momento cuando las grandes preguntas y la incertidumbre aparecen en nuestra cabeza ¿Sigo viendo la vida pasar, o me lanzo a lo desconocido? Es decir, sigo en mi pequeña zona de confort, conocida y amable, que aunque no me satisfaga ni cumpla ya mis expectativas, es un territorio conquistado y manejable, o por el contrario me lanzo a una aventura que, dependiendo la edad, la situación personal y económica, el aburrimiento acumulado o la falta de motivación, tendrá unas consecuencias u otras, pero en todo caso, casi siempre implicará rupturas, dolor y en definitiva una crisis en lo que nos rodea y en nosotros mismos. Esa necesidad de cambio, de viaje hacia lo desconocido, suele suceder entre los 40 y 50 años. En esta etapa de la vida, en la...
La zona de confort es el espacio emocional en donde nos sentimos cómodos. No hay nada que temer, está todo controlado, es conocido, amable, fácil, pero quedarnos ahí muchas veces no es tan cómodo como podría parecer y es necesario salir para crecer. En la zona de confort no se puede evolucionar emocionalmente pues no ha novedad, dificultad, adaptación y sobre todo lo que no hay es creatividad....
Comunica bien tus deseos, pensamientos y emociones eligiendo las palabras adecuadas, pero además valorando previamente si el contenido es el adecuado y lograrás generar empatía en tus relaciones. Es bueno echar una mirada atrás y ver de dónde venimos, más que nada por dónde estamos llegando o a dónde hemos llegado gracias a la comunicación de baja calidad a la que nos estamos habituando a pequeña y a gran escala. Después de la ultima saturación mediática que hemos vivido con las elecciones, los dimes y los diretes que han salpimentado periódicos, telediarios, foros, entrevistas y debates, reflexiono y me doy cuenta que no es más que un ejemplo a gran escala, por el alcance de la difusión que alcanzada, que pone en evidencia lo que nos encanta hablar a voz en grito o entre susurros sobre la vida ajena sin reflexionar sobre las repercusiones, generalmente negativas, que tiene o pueden llegar a tener ciertos comentarios. Hablar es uno de las facultades más relevantes que tiene el ser humano, y que lo diferencia de las otras especies. El habla ha convertido al ser humano en lo que es hoy: la especie dominante del planeta. Hablamos para comunicarnos, para transmitir al otro información sobre nuestras experiencias, emociones y situaciones. Pero comunicar no se trata de emitir palabras aisladas, como si estuviéramos leyendo un diccionario, sino que transmitimos frases que además cargamos de emotividad y contenido psicológico, y que transmitimos a otro, que a su vez traduce y dota de contenido propio que puede o no coincidir...
Muchas de las personas que nos consultan para hacer coaching profesional se sienten con ansiedad e inseguridad ante las dudas que les asaltan sobre qué camino tomar respecto a su futuro laboral. La mayor parte de ellos se encuentran en una situación de estrés como consecuencia del miedo a equivocarse y en el comienzo del proceso de coaching les asaltan preguntas como :¿realmente es esto a lo que me quiero dedicar toda mi vida?, ¿y si después descubro que no valgo para este trabajo?, ¿tendrá salidas profesionales?…...
El cine nos ha dejado grandes momentos de motivación, inspiración y lucidez. Uno de estos momentos es el discurso que el entrenador coach Tony D´Amato (Al Pacino) da a sus jugadores en la película Un domingo cualquiera (Any given sunday) de Oliver Stone....
La improvisación es el arte de dejar fluir las emociones por el alma durante un espacio de tiempo Así definiríamos la improvisación en la escena teatral, pero ¿podemos utilizar este recurso para nuestra vida diaria? La esencia de la creatividad está en la improvisación, es decir no se puede concebir el hecho creativo sin un componente de improvisación como búsqueda subjetiva de elementos creativos, pero esa búsqueda solo la podemos realizar si nos permitimos ser espontáneos y jugar en el más literal e infantil sentido de la palabra. Jugar es explorar, es conocimiento, experiencia, encuentro dentro de un espacio no invadido por el pensamiento ni por los valores aprendidos. Jugamos e improvisamos para crear nuestra realidad, nuestro campo de juego, pero eso solo nos lo permitimos en la infancia. La llegada de la madurez, las responsabilidades y un estricto racionamiento del tiempo, frustran todo intento de actuar de un modo espontáneo e improvisado. De todos es sabido que un bebé ríe más que un niño, o que un adolescente, y ni que decir tiene que un adulto. Un bebé cuenta con un basto espacio de experimentación sensorial y emocional, que va construyendo su personalidad. Pretender recuperar esa espontaneidad y capacidad de asombro de adultos es más que imposible, pero sí podemos abrir ventanas, por pequeñas que sean, a espacios donde lo espontáneo, no reglado, lo improvisado tenga cabida y nos conecten con la alegría interna. Para ello solo necesitamos: tiempo y apagar el interruptor del pensamiento y la auto crítica, para fluir en la intensa experiencia...