01 Dic Origen de la palabra estrés
Hoy en día podemos decir que en el mundo occidental prácticamente todos los adultos hemos utilizado alguna vez en nuestra vida la palabra ‘estrés’, pero ¿sabéis de dónde proviene el término? Hagamos un repaso a la historia:
Originalmente el término estrés proviene de la física, concretamente de la física de metales, donde se aplica para referirse a la modificación que experimenta un cuerpo ‘elástico’ cuando actúa sobre él una fuerza externa. Lo cual nos indica que en el fenómeno del estrés hay al menos dos ‘momentos’ o ‘actores’; por una parte, una exigencia generada desde el ‘exterior’ (el ‘estresor’, estímulo o agente del estrés) que, por otra parte, produce una respuesta, una adaptación o una modificación en el receptor determinada en función de su ‘resistencia’ (segundo actor).
¿Y cómo pasó el término de ‘estrés’ a utilizarse para las personas? El responsable de introducir el término en la Medicina fue el médico y fisiólogo húngaro Hans Selye (1907-1982) al considerarlo un concepto central de su síndrome general de adaptación (SGA) [1]. Para Selye el estrés era un concepto que servía para resumir una reacción natural y necesaria que pone en marcha una serie de respuestas orgánicas, fisiológicas, destinada a protegernos de una agresión externa (normalmente de carácter físico y biológico). Si pensamos en una cebra en la sabana, que nota la presencia de un depredador, podremos ver cómo la respuesta de estrés en principio estaba destinada a ‘salvarnos’.
Un estímulo así, en la naturaleza, produce de forma automática una serie de cambios destinados a ‘optimizar’ o preparar al organismo para la ‘respuesta de lucha o huída’ (salir corriendo, quedarse quieto, paralizado , o enfrentarse al agresor serían las más típicas). Es decir, ante una situación en la que peligra la propia vida, lo importante es salir de esa situación (‘prescindiendo’ de otros sistemas de nuestro organismo que no son inmediatamente necesarios: no es el momento de ovular, digerir las nueces que acabamos de comer o regenerar tejidos de lesiones, etc).
Por último, si damos un salto a nuestra sociedad, entendemos que este concepto proveniente de la física y posteriormente utilizado para explicar una respuesta orgánica y fisiológica, hoy en día se aplica para situaciones subjetivamente amenazantes pero que no suponen una verdadera amenaza para nuestra vida, por lo que se pone en énfasis a las connotaciones psicológicas del término.
[1] El fisiólogo W.B. Cannon también lo estudió en 1935 en su “reacción de urgencia”.