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CONSULTAS FRECUENTES

Ejercicio físico y deterioro cognitivo en mayores (parte 2)

Podemos decir que la actividad física es un factor altamente protector de las funciones cognitivas de las personas mayores.

El ejercicio físico practicado de forma regular se ha asociado con el incremento del volumen cerebral en regiones relacionadas con las funciones cognitivas que disminuyen con la edad. Los resultados de las investigaciones apuntan a un efecto protector de la funciones cognitivas de los mayores con envejecimiento normal del cerebro o en fases de deterioro cognitivo cuando se practica ejercicio. Esto se explica por las investigaciones que demuestran que la plasticidad cerebral está presente en adultos mayores, por lo cual el deterioro cognitivo no sería inalterable. Es decir, se podría revertir daños que incluso ya se hubieran manifestado por medio de un sistema de compensación de circuitos cerebrales deteriorados, ampliando la función de otras redes neuronales e incrementando el funcionamiento neurológico general. Esto genera esperanza para poder averiguar qué mecanismos nos ayudarían de forma más efectiva a conseguir estimular dicha plasticidad.

Las investigaciones van aproximándose a los mecanismos que provocan cambios en la cognición mediante el ejercicio. La principal hipótesis es que el ejercicio afecta directamente a la estructura y función del cerebro. El ejercicio aeróbico aumenta el flujo de sangre cerebral, mejorando el uso del oxígeno y la glucosa del cerebro, estimulando la formación de neuronas y aumentado la conexión entre estas y la plasticidad cerebral principalmente gracias a el factor neurotrófico derivado del cerebro o BDNF por sus siglas en inglés. El BDNF no sólo influye en el funcionamiento y mejora del sistema nervioso, también es muy importante para el funcionamiento del metabolismo y la homeostasis (equilibrio interno), encontrándose que el ejercicio físico de moderado a intenso es más efectivo para liberar BDNF en mayores. La manera en que esto afecta a el aprendizaje y la memoria se debe al estimulo producido mediante el  ejercicio en la liberación de una proteína llamada FNDC5 y vía sangre llega al cerebro produciendo BDNF en el hipocampo, en concreto en el gyrus dentatus (giro dentado). Para entender la importancia de esto si cabe un poco más algún estudio en animales indica que dietas ricas en grasas que disminuyen los niveles de BDNF en el hipocampo pueden revertir sus efectos con ejercicio, enseñándonos la importancia de esta proteína y cómo influye sobre otros factores como la nutrición. Pero…no sólo el hipocampo se ve afectado por el ejercicio, también influye en otras partes del cerebro como la corteza pre-frontal (CPF) encargada de la planificación de comportamientos cognitivamente complejos, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social adecuado en cada momento y coordinación de pensamientos y acciones de acuerdo con metas internas. Nuevos hallazgos revelan que en personas de mediana edad y mayores con niveles moderados a altos de ejercicio físico tiene efectos beneficiosos sobre la planificación y ejecución de respuestas, así como sobre las funciones ejecutivas mediadas por la CPF.

Todavía no sabemos hasta que punto son beneficiosos los ejercicios anaeróbicos en cuanto a cognición. Recientemente se ha observado que los ejercicios de resistencia afectan significativamente en los niveles de BDNF en el hipocampo en ratones con lo que sugieren la posibilidad de mejora de la función cognitiva (aunque muchos estudios todavía no corroboran esto en humanos) además de otras proteínas ya constatadas como el factor de crecimiento insulínico 1(IGF-1) que también influye en el buen estado del cerebro. A su vez la actividad física favorece la regulación de neurotransmisores como las endorfinas y estimula la liberación de calcio, por tanto mejora la función neuronal y promueve un estado de ánimo positivo de constatada eficacia en la depresión en mayores mientras que los antidepresivos no han demostrado ser superiores al placebo en los ensayos clínicos siendo además peligrosos. Además parece que el ejercicio puede incrementar la reserva cognitiva del cerebro, reducir la tasa de envejecimiento y disminuir el riesgo de enfermedades neurológicas así como la demencia. Por ejemplo, en el Parkinson  no hay tratamiento farmacológico que haya mostrado ser significativo y capaz de prevenir o atenuar esta enfermedad, sin embargo el ejercicio si está demostrando mejoras en los síntomas relacionados con factores neurotróficos, aunque para aquellos pacientes con Parkinson que tengan problemas de movilidad si sería interesante fármacos u otras intervenciones que estimulasen dichos efectos.

En resumen podemos apreciar que el ejercicio aeróbico (andar, trotar, bailar, nadar, montar en bici) tiene efectos positivos sobre el sistema nervioso central (hipocampo, corteza prefrontal). La intensidad debe ser moderada a intensa para aumentar los niveles de BDNF. Algunos estudios encontraron que el aumento de BNDF es mayor en las personas que hacían aeróbicos intensos durante 40 minutos respecto a los que lo hacían 20 minutos, y en general parece que el ejercicio tiene que ser de larga duración. También los ejercicios de resistencia o anaeróbicos (gimnasia, levantamientos de pesas) tienen efectos positivos en el sistema nervioso en concreto en el hipocampo en animales, todavía en humanos no está claro. Todo esto demuestra la realación entre ejercicio físico y deterioro cognitivo en mayores.

A pesar de los beneficios expuestos se debe tener en cuenta que el componente físico de las actividades de la vida diaria  normalmente disminuye con la edad, lo que se relaciona con reducción de la interacción social, familiar y amigos. Esto a su vez repercute en la actividad física diaria. Además hay que añadir la creencia errónea de las personas mayores de que la realización de actividad física no es apropiada para su edad, por eso es importante cambiar dichas creencias y ofrecer alternativas adaptadas a la circunstancias de las personas. Hay que estimular a nuestros mayores  para que sean personas activas en su vida diaria y que realicen ejercicio físico como caminar a buen ritmo, hay que moverse y esto es más importante que hablar de dosificación del ejercicio pero cuando hay otros problemas de salud añadidos como artrosis severa en las rodillas o problemas cardiacos u otras dolencias hay que consultar con los especialistas para asesorarse y obtener mejores resultados de forma segura.

Aunque todo el mundo muestra cierta mejora con el ejercicio el grado de beneficio varía entre individuos. Además sólo estamos teniendo en cuenta el ejercicio pero hay muchos más factores que intervienen en el buen estado del cerebro. Por tanto es importante que surjan programas integrales que permitan ayudar y dar herramientas a las personas con problemas cognitivos, que ofrezcan alternativas para una labor preventiva o de apoyo al tratamiento sin sobremedicar integrando un modo de vida activo y controlando los factores ambientales, aumentando el apoyo familiar y social como demuestran muchos estudios. Quizá estas enfermedades degenerativas como Parkinson y Alzheimer como tantas otras que no afectan al cerebro que no dejan de aumentar, aún con las supuestas mejoras de nuestras vidas, puedan  reducirse o mejorar mediante enfoques integrales a la luz de las nuevas investigaciones entendiendo porqué se producen realmente y cómo enfocar el tratamiento o prevención. En este caso parece ser claro, el ejercicio sin duda repercute en quienes somos, en la capacidad de sentir, de recordar,  por que movernos beneficia a nuestro cerebro y esté es el lugar que nos hace ser quien somos.

Fernando Sanz, Fisioterapeuta en Paideia Integrativa

Fotografía © Singapore Sports bajo licencia Creative Commons  (by-nc-nd)

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