22 Feb Ejercicio físico y deterioro cognitivo en mayores (parte 1)
La población española está envejeciendo rápidamente. Cada vez padecemos un mayor número de enfermedades relacionadas con el deterioro del cerebro y la vejez que afecta a la cognición. La cognición es la facultad de un ser vivo para procesar información a partir de lo que percibe y el conocimiento adquirido principalmente. El aprendizaje, razonamiento, atención, memoria, resolución de problemas, toma de decisiones y procesamiento del lenguaje son procesos cognitivos.
Algunos antropólogos estiman que nuestros ancestros recorrían entre diez y veinte kilómetros diariamente para poder obtener alimentos en tiempos en los que el clima había cambiado. Nuestro desarrollo se dio en movimiento, todos los actos más simples de nuestra vida se realizaban sobre la marcha. Nuestro cerebro y nuestra capacidad cognitiva emprendieron su camino entre áridas sabanas, junglas, ríos y montañas. El movimiento, así dicho, parece algo sencillo, pero para producirse es necesario que se pongan en marcha muchos mecanismos perfectamente coordinados entre sí para poder realizar diversas funciones. Paradójicamente, hoy en día, para conseguir el sustento no tenemos que movernos mucho, somos sedentarios y nos movemos usando diferentes tipos de transporte, y parte de nuestro ocio se materializa en el uso de aparatos electrónicos como televisores, ordenadores, tabletas y demás cachivaches que no ayudan demasiado a movernos.
El polifacético Bill Nye ya lo dijo “Algo no va muy bien en una sociedad que va al gimnasio en coche para montar en una bicicleta estática”.
Movernos es crucial para nuestro desarrollo al realizar nuestras diversas actividades diarias y parece que también para mantenernos sanos paliando los efectos del envejecimiento.
El envejecimiento afecta a todo el cuerpo, todos los sistemas corporales como el sistema nervioso, óseo, ocular, cardiorespiratorio entre otros sistemas se verán afectados por éste. Al envejecer el peso del cerebro disminuye y el flujo sanguíneo se reduce. Estos cambios van a contribuir a una pérdida de memoria, de la atención, van a reducir la capacidad de aprendizaje y las funciones cognitivas. A su vez este deterioro producido por el envejecimiento afectará a otras funciones como caminar y el equilibrio. El resultado será la discapacidad de la persona, convirtiéndolo en dependiente en un momento en el cual se reducen las ayudas a la dependencia y la propia persona debería seguir pagándose su futura jubilación, cada vez más reducida, hasta una edad cada vez más tardía.
Ante este gran problema familiar y social que supone el declive de la función cognitiva, cada vez hay más necesidad de métodos eficaces para frenarlo, e incluso para mejorar el rendimiento cognitivo para mantener su funcionalidad, y con ello una autonomía suficiente que permita gozar de una mayor calidad de vida. Además, se podría reducir el riesgo de demencia, de hospitalización, de institucionalización o de muerte. La industria de la medicina nos ofrece remedios para tratar enfermedades neurodegenerativas como Parkinson, Alzheimer, demencia, mediante pastillas, vacunas y chips, no centrándose en las causas que pueden provocar o acelerar el deterioro cognitivo ni en su prevención. Pero desde hace unos años ha habido un creciente interés en el estudio de la influencia de los factores de riesgo que están relacionados con el estilo de vida, como la interacción social, la nutrición y la actividad física, sobre el funcionamiento cognitivo de las personas mayores, es decir, los factores ambientales.
El deterioro cognitivo es multifactorial pero uno de los factores relacionados con el estilo de vida sobre el que más se está incidiendo es el ejercicio físico, que podría estar implicado en el retraso del deterioro cognitivo al favorecer la memoria de larga duración, el razonamiento, la atención, la solución de problemas e incluso en la conservación de la llamada inteligencia fluida. De este modo, la realización de actividad física se ha asociado a lo que se conoce como envejecimiento cognitivo saludable y por tanto es fundamental en los programas de intervención para la promoción de la salud en adultos mayores. Como es lógico también ayudará a poner a tono el resto del cuerpo, mejorando la forma de envejecer en general aportando beneficios para todo el cuerpo. Por tanto estamos ante una herramienta psicosocial prometedora en la prevención de las facultades cognitivas en el envejecimiento y mediante su práctica regular se puede disminuir o prevenir este deterioro en los mayores, favoreciendo el mantenimiento cognitivo, especialmente la función ejecutiva y la velocidad de procesamiento de la información. Hay que remarcar que no todas las funciones cognitivas mejoran con el ejercicio. La memoria a corto plazo, por ejemplo, y ciertos tipos de tiempos de reacción parecen no estar relacionados con la actividad física. Lo que sí parece claro es que las personas activas durante toda su vida parecen tener un mejor desarrollo de las funciones cognitivas durante más tiempo. Por otro lado niveles de actividad física bajos tienen una mayor probabilidad de obtener unos resultados cognitivos malos. La inteligencia fluida que requiere aptitudes improvisadoras para la solución de problemas se ve especialmente perjudicada por un modo de vida sedentario.
Fernando Sanz, Fisioterapeuta en Paideia Integrativa
Fotografía © Janne M bajo Licencia Creative Commons BY-NC-SA 2.0 (2011)