20 Sep Psicólogos contra el exceso de antidepresivos
Cada vez son más los psicólogos y psiquiatras que critican el abordaje exclusivamente farmacológico de los problemas emocionales como la depresión y aquellos derivados de la ansiedad y el estrés. Un estudio piloto pretende demostrar la mayor efectividad de las sesiones de psicoterapia grupal frente al uso exclusivo de tranquilizantes y antidepresivos, tal y como se ha venido comprobando en otros países como el Reino Unido, donde además se ha constatado que invertir eficazmente, en lugar de recortar, puede suponer en el fondo un ahorro importante, mejorando además la atención, y haciéndola más humana. Nuestro país ocupa el segundo lugar en la órbita de la OCDE en el consumo de estos medicamentos (Portugal lidera el ranking), y ya va siendo hora de un replanteamiento de la eficacia de este enfoque así como del desorbitado coste que supone. También en atención infantil, donde desgraciadamente trastornos incluso cuestionados como el TDAH siguen teniendo un abordaje principalmente farmacológico. Como psicólogos y psicoterapeutas, por nuestra experiencia en consulta, los psicofármacos son útiles en casos puntuales, concebidos como una ayuda puntual que facilita el trabajo terapéutico a lo largo de un tratamiento psicológico especialmente cuando de inicio los síntomas son muy fuertes, ya sea por problemas de ansiedad, ataque de pánico, depresión, problemas de sueño (que son las demandas más frecuentes en las consultas de psicología hoy en día). Sin embargo, no valen para todo el mundo, no funcionan igual en todas las personas, generan dependencia a veces, o acompañan el efecto deseado de otros absolutamente indeseables. Además potencian en la persona la sensación de patología, de enfermedad, de necesidad de medicina, de tratamiento, frente a la más saludable y abordable concepción de desequilibrio o de crisis, y de necesidad de cambio. —-

Imagen – epSos.de
Los trastornos mentales como desórdenes de tipo emocional, ansiedad, depresión o estrés están muy presentes en las consultas de Atención Primaria. De hecho, las personas que padecen alguna de estas patologías acuden al médico una media de 19 veces más al año que las que no tienen un problema emocional. Esto supone un doble gasto, no sólo económico, que también, sino en la calidad de vida de unos pacientes, que, en la mayoría de los casos, vuelven a casa con un antidepresivo o tranquilizante bajo el brazo. De hecho, según un estudio que acaba de ser presentado en el Congreso Internacional de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) de Valencia, nuestro país es el segundo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el consumo de este tipo de fármacos, en un ‘ranking’ encabezado por Portugal: la media de la OCDE no llega a las 24 dosis definidas diarias por cada mil habitantes, mientras que en España se consumen 59. [quote float=”left”]Nuestro país es el segundo de la OCDE en el consumo de antidepresivos y ansiolíticos (…) la media de la OCDE no llega a las 24 dosis definidas diarias por cada mil habitantes, mientras que en España se consumen 59
[/quote] El máximo responsable de la SEAS, el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Antonio Cano Vindel, reconoce que estos son unos malos datos que han de forzar una “profunda reflexión” de los responsables sanitarios. “Estos pacientes, con el tratamiento habitual que se les da en Atención Primaria, no se curan. Los psicofármacos solo reducirán los síntomas, pero el problema psicosocial, laboral o personal no mejorará y aunque esté ‘anestesiado’ no habrá resuelto el asunto de verdad, que es aprender a encarar estas dificultades”, expresa Cano.
El catedrático de la UCM afirma que las personas “no saben manejar bien” sus emociones, y esto pasa factura. “Además de la magnificación, en estos tiempos hay una mayor ‘rumiación’, es decir, darle más vueltas a las cosas, lo que genera más ansiedad, irritabilidad y sobrecarga”, apunta Cano, quien propone un “cambio de modelo” que se encamine a lo que está cosechando tan buenos resultados en otros países europeos.
El presidente de la SEAS pone el ejemplo de Reino Unido: en 2007, la Escuela Nacional de Economía de la Salud dijo que la receta de psicofármacos en Primaria y no curar con éxito a los pacientes era una gran carga sanitaria, social, laboral y personal y que había que intentar otros métodos. “Contrataron, en un primer momento, a 3.000 psicólogos que empezaron a atajar la situación dando información, no una pastilla. Se ha calculado que por cada euro invertido en este tipo de atención, hay un ahorro de 20 euros. Y cada año se ha seguido aumentando el número de psicólogos porque les merece la pena. Ahora se ha ampliado de adultos a población infantil”, comenta Cano.
Se ha calculado que por cada euro invertido en este tipo de atención, hay un ahorro de 20 euros.
Prueba piloto
A este respecto, el responsable de la SEAS anuncia que se acaba de emprender un ensayo en el que actualmente participan 14 centros de salud, con unos 100 profesionales sanitarios en cinco comunidades (Madrid, Castilla-La Mancha, Valencia, Baleares y País Vasco) y que en breve se sumará Andalucía. Unos 300 pacientes (serán 1.200 al final) se han sumado a este estudio de la Fundación Española para la Promoción y el Desarrollo Científico y Profesional de la Psicología (Psicofundación) en el que se hará un seguimiento de los que sigan un tratamiento farmacológico y de los que, por el contrario, sean tratados por un psicólogo.
“Veremos si con solo siete sesiones grupales se puede enseñar lo que deben saber para afrontar sus situaciones de ansiedad sin necesidad de recurrir a fármacos. Y una vez que las superen una vez, sabrán hacerlo en el futuro, llegado el caso”, indica Cano Vindel. “Estamos ante otra forma de ayudar a los pacientes, más efectiva que una simple pastilla que no es la solución que necesitan”, concluye. (via) estusanidad.com Queremos hacer no obstante la puntualización de que el estudio plantea la comparación de sólo 7 sesiones de psicoterapia grupal frente al uso exclusivo de psicofármacos, lo cual no nos parece un diseño de investigación del todo apropiado. Con la psicoterapia grupal ocurre también lo mismo que con los psicofármacos, no valen para todo el mundo, o al menos no desde un primer momento. Como terapeutas grupales en ocasiones recurrimos a algunas sesiones individuales previamente a la introducción de la terapia de grupo en el tratamiento, ya que en nuestra experiencia mejora su efectividad, y facilita la entrada de la persona en la dinámica de las sesiones grupales. Además, pensar que la comparación sea entre 7 sesiones y el mismo periodo de tiempo bajo tratamiento farmacológico nos parece que a priori perjudica a la terapia de grupo. Los problemas del uso exclusivo de pastillas para problemas de ansiedad o depresión suelen ser más a medio y largo plazo, por las cuestiones que ya hemos planteado, ya que a corto plazo, lo habitual, si se acierta con la medicación, es que los síntomas mejoren. Es entonces cuando ya sin la molestia de los síntomas más visibles, la persona en terapia puede conectar con los cambios que necesita introducir en su vida, cosa que sin psicoterapia no suele suceder, ya que la persona sigue con la dinámica y el ritmo habitual sin plantearse qué es lo que ha llevado a esa situación de desequilibrio.