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CONSULTAS FRECUENTES
La improvisación: una herramienta para el desarrollo personal

Como ya avanzamos en anteriores post  la creatividad y la improvisación, pueden constituirse en un poderosa herramienta para el desarrollo personal. Las artes escénicas se encuadran en el desarrollo de la improvisación dentro de  6  puntos: espacio, vínculo, deseo, circunstancias, emergencia y estado. Pero debemos entender que no hay formas de aprender a improvisar, ya que como dice Stephen Nachmanovitch esa no es la pregunta, la pregunta sería ¿qué nos impide improvisar? la esencia, la creatividad ya está en nosotros, es más, somos nosotros, lo que hay que trabajar son los bloqueos que impiden que la esencia aflore. La creatividad está en nosotros, es un juego de tensiones opuestas. Cuando abandonamos el juego, es cuando la pesadez se instala, porque el conocimiento del proceso creativo no puede sustituir a la creatividad. Podemos concebir la improvisación como: [ordered_list] Espacio: nos ayudará a situarnos, por ello debemos cocrear ese espacio con los otros para hacer un lugar común. Vínculo: nos ayuda a establecer la relación con lo otros, creando un universo completo de sensaciones. Deseo: debemos hacer presente nuestro deseo y llevarlo al límite, pero siempre pasando por las personas que nos rodean. Circunstancias: exploración de contenidos, emociones y sentimientos. Emergencia: resolver la circunstancia pronto y sin previa preparación. Estado: cada uno debe de crearse su propio estado físico y psíquico estando presente en el aquí y ahora. [/ordered_list] La improvisación si la utilizamos como herramienta de desarrollo personal, nos obliga a estar  preparados para cualquier incidencia, pues no hay nada predecible ni perfecto en este contexto, pues...

Creatividad e improvisación

La improvisación es el arte de dejar fluir las emociones por el alma durante un  espacio de tiempo Así definiríamos la improvisación en la escena teatral, pero ¿podemos utilizar este recurso para nuestra vida diaria? La esencia de la creatividad está en la improvisación, es decir no se puede concebir el hecho creativo sin un componente de improvisación como búsqueda subjetiva de elementos creativos, pero esa búsqueda solo la podemos realizar si nos permitimos ser espontáneos y jugar en el más literal e infantil sentido de la palabra. Jugar es explorar, es conocimiento, experiencia, encuentro dentro de un espacio no invadido por el pensamiento ni por los valores aprendidos. Jugamos e improvisamos para crear nuestra realidad, nuestro campo de juego, pero eso solo nos lo permitimos en la infancia. La llegada de la madurez, las responsabilidades y un estricto racionamiento del tiempo, frustran todo intento de actuar de un modo espontáneo e improvisado. De todos es sabido que un bebé ríe más que un niño, o que un adolescente, y ni que decir tiene que un adulto. Un bebé cuenta con un basto espacio de experimentación sensorial y emocional, que va construyendo su personalidad. Pretender recuperar esa espontaneidad y capacidad de  asombro de adultos es más que imposible, pero sí podemos abrir ventanas, por pequeñas que sean, a espacios donde lo espontáneo, no reglado, lo improvisado tenga cabida y nos conecten con la alegría interna. Para ello solo necesitamos: tiempo y apagar el interruptor del pensamiento y la auto crítica, para fluir en la intensa experiencia...