
Ahora un catedrático. Poco a poco, pero sin pausa, siguen apareciendo más y más voces
contra el diagnóstico de TDAH, que como
ya hemos explicado otras veces, y así lo consideramos en nuestra
consulta de psicología, no debería jamás considerarse una enfermedad mental, sino un
constructo o síndrome que agrupa una serie de síntomas, muchas veces explicables por otras causas o situaciones que vive el niño o su entorno, más que por una supuesta deficiencia neurológica. No podemos patologizar todas las conductas que no nos gusten en los niños, salvo que queramos dejar de educarles. Este etiquetado, les resta además a los propios niños responsabilidad sobre sus propios actos: "No soy yo, es el TDAH".
Nuestra postura contra el TDAH nos ha generado desde hace años numerosos conflictos tanto con neurólogos, psiquiatras como con padres e incluso maestros... Y es que una
gran parte del problema radica en la excesiva delegación de algunos padres en la supuesta sabiduría de expertos, médicos y especialistas de todo tipo, que les dicen cómo educar a sus hijos, por encima de su propio sentido común, y su propia forma de educar y ser padres. El caso más habitual es el de los padres que consultan tras varios años de tratamiento farmacológico sin éxito, y lo que más cuesta inicialmente es el propio cambio de mentalidad en los padres, desde el "mi hijo está enfermo", al "mi hijo necesita ayuda".
Cada niño es diferente, único, y sus padres también. Todos quieren jugar, descubrir cosas nuevas, y se mueven, se distraen, interrumpen. Están aprendiendo, y educarles es difícil, a veces mucho.
Lo dramático es que, a pesar de toda la polémica en torno a este trastorno a nivel mundial,
se sigue valorando a los niños con este diagnóstico en los centros base (Centros de valoración y orientación a personas con discapacidad), dando aún más fuerza al
enfoque y abordaje médico-farmacológico. Por supuesto, la mayor parte de estas valoraciones se dan
sin la fundamentación necesaria, ya que es imposible, porque no existe. Fundamentación que sí se les pide a los que cuestionan el trastorno. El poder político está dando más base a un diagnóstico inventado que sólo ha beneficiado a farmacéuticas y ciertos psiquiatras y psicólogos. Y si además se conceden ayudas a familias de niños con este diagnóstico, el conflicto de intereses también entrará en casa, porque habrá familias a las que se les darán beneficios económicos por tener un hijo con TDAH.
Lo cierto es que la propia
medicación contra el TDAH, el
metilfenidato, derivado de la anfetamina, ya reúne estudios que plantean su neurotoxicidad en pruebas con animales.
En esta ocasión es el
catedrático Marino Pérez, co-autor de «Volviendo a la normalidad», La invención del TDAH y del trastorno bipolar infantil (Alianza) quien asegura que no hay biomarcador cerebral que justifique el Trastorno por Déficit de Atención, a pesar de que desde el Ministerio de Sanidad se siga considerando un problema neurobiológico.
A continuación, la entrevista a Marino Pérez, especialista en Psicología Clínica y catedrático de Psicopatología y Técnicas de Intervención en la Universidad de Oviedo. La negrita es nuestra.
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No existe. El TDAH es un diagnóstico que carece de entidad clínica,
y la medicación, lejos de ser propiamente un tratamiento es, en realidad, un dopaje». Esta es la sentencia de
Marino Pérez,
especialista en Psicología Clínica y catedrático de Psicopatología y Técnicas de Intervención en la Universidad de Oviedo, además de
coautor, junto a Fernando García de Vinuesa y Héctor González Pardo de «Volviendo a la normalidad», un libro donde dedican 363 páginas a desmitificar de forma demoledora y con todo tipo de referencias bibliográficas el Trastorno por Déficit de Atención con y sin hiperactividad y el Trastorno Bipolar infantil. Lo que sí que existe, y es a su juicio muy preocupante, es el fenómeno de la
«patologización de problemas normales de la infancia, convertidos en supuestos diagnósticos a medicar».
—En «Volviendo a la normalidad», ustedes ponen el dedo en la llaga, al asegurar que el llamado Trastorno por Déficit de Atención, con o sin Hiperactividad (TDAH), no existe.
—El TDAH es un diagnóstico, cada vez más popularizado, que carece de entidad clínica. Para empezar, no se establece sobre criterios objetivos que permitan diferenciar el comportamiento normal del supuestamente patológico, sino que se basa en apreciaciones subjetivas, en estimaciones de los padres del tipo de si «a menudo» el niño se distrae y se mueve mucho. Más que nada, el diagnóstico es tautológico. Si un padre preguntara al clínico por qué su hijo es tan desatento e inquieto, probablemente le respondería porque tiene TDAH, y si le preguntara ahora cómo sabe que tiene TDAH, le diría porque es desatento e inquieto. Por lo demás, insisto, no existe ninguna condición neurobiológica ni genética indenficada, y sí muchas familias donde no se asume que la educación de los niños es más difícil de lo que se pensaba.
—¿Quiere decir que no hay ninguna prueba médica que lo demuestre?
28 octubre, 2014