Trabajar en oficinas diseñadas para colaborar, de acuerdo con la tendencia New Groupthink ("nuevo pensamiento grupal"), consigue lo contrario que se propone, explican décadas de investigaciones: la interrupción e interacción constantes reducen tanto la productividad como la innovación.
Colaborar es el mantra de nuestra época. Compartir es tan "cool" que, aparentemente, nos estamos olvidando del sano esfuerzo de estrujarse el cerebro en solitario, y tanto individuos como empresas notan sus consecuencias.
La intuición de personalidades creativas de todos los campos y épocas es refrendada ahora por nuevas evidencias: la soledad es un catalizador esencial de la innovación, pese a sus connotaciones negativas en una época en que se impone compartir y se detectan fenómenos como el de la sobrecarga informativa.
Susan Cain, autora del libro Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking consideraque, pese a los ejemplos históricos y las evidencias científicas que sugieren la importancia del trabajo en solitario, "el Nuevo Pensamiento en Grupo se ha apropiado de nuestros centros de trabajo, nuestras escuelas e instituciones religiosas".
"Cualquiera que haya necesitado alguna vez auriculares para abstraerse en su oficina, o marcado en su calendario en línea una reunión falsa para escapar de alguna verdadera, sabe a qué me refiero".
Cain recuerda que "prácticamente todos los trabajadores estadounidenses pasan tiempo en equipo y alrededor de un 70% desempeñan su labor en oficinas de planta abierta, donde nadie tiene 'una habitación para uno mismo'".
No es casual que Susan Cain use la expresión en inglés "a room of one's own" (una habitación o espacio propio): coincide con el título de un ensayo de Virginia Woolf, donde la escritora británica destacaba la importancia de que una mente creativa tenga un refugio propio e infranqueable en el que concentrarse.
Inspirado en el ensayo de Woolf, el periodista y profesor Michael Pollan describe en A place of my own(un título con claro deudor) el proceso y recorrido tanto físico como espiritual derivados de la construcción de una cabaña de escritor.
La crítico Francine du Plessix Gray describe, en su crítica del ensayo de Pollan, la esencia de uno de los secretos peor guardados de la creatividad humana, ya que muchos hemos llegado a conclusiones similares experimentando con nuestra propia capacidad de concentración en distintas situaciones y contextos:
"[El libro] es una inspiradora meditación acerca de la compleja relación entre el espacio, el cuerpo y el espíritu humanos". En definitiva: sin nuestra placenta (sea una mesa de despacho, el váter, una habitación, una cabaña aislada, el avión en medio del Atlántico, el silencio de la mañana o noche, la música en los auriculares), nos cuesta dar lo mejor de nosotros mismos.
Los psicólogos Mihaly Csikszentmihalyi y Gregory Feist han publicado un estudio donde argumentan que el individuo es más creativo cuando disfruta de privacidad y un entorno sin constantes interrupciones.