Carlos Javier López Castilla realiza un interesante trabajo de investigación en su artículo del número de septiembre de 2015 de la revista del Colegio Oficial de Psicólogos, TDAH - Papeles del psicólogo. De su introducción: El presente artículo es una invitación al debate sobre el fenómeno de medicalización en la infancia en salud mental, apelando a una toma de consciencia de los profesionales. Para ello analiza, en clave epistemológica, el ejemplo paradigmático del Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA-H). Aborda la construcción social del trastorno y el tratamiento, así como algunas falacias sobre las que se apoya: TDA-H es un déficit neurológico, es diagnosticado por profesionales especializados, los tratamientos son eficaces y se realizan en interés del menor. Ya hemos aportado en otras ocasiones nuestro punto de vista sobre este controvertido trastorno (el término síndrome sería más adecuado). En nuestra opinión, y la del autor del artículo, se trata de un ejemplo perfecto de enfermedad fabricada. Como dijo Leon Eisenberg, uno de los responsables (arrepentidos) de la inclusión del TDAH en el DSM-IV (el manual que utilizan muchos psicólogos y psiquiatras para diagnosticar), resulta más facil medicar a un niño, que comprenderlo. En un hilo del foro de saludterapia, del que somos moderadores, estamos participando también para animar el debate, y darle más visibilidad a las grandes lagunas en las que se apoya este diagnóstico. Si tenéis alguna opinión o experiencia al respecto, os animamos a reflejarlas aquí o allí, tanto si sois psicólogos como si no....
Se puede hacer. Lo único que hace falta es querer aprender, y ponerlo en práctica, un poquito cada día. Eso sí, no se puede pretender aprender a relajarse en medio de un ataque de pánico, o en plena época de crisis en el trabajo o durante los exámenes finales. Es necesario anticiparse y tomarlo como un entrenamiento muy provechoso. En terapia es algo que muchas veces enseñamos a nuestros pacientes. ¿Por qué? El estrés, la ansiedad, o la depresión, son cuestiones directamente relacionadas con la percepción que tenemos de las cosas que suceden a nuestro alrededor, y de nosotros mismos....
Seguro que muchos nos sentimos identificados, como pacientes, en lo que sucede en este video. Muchas veces los profesionales sanitarios, cuya formación es principalmente teorico-técnica a lo largo de los primeros años de formación, acaban tras varios años con la sensibilidad y humanidad muy mermadas. Otras veces las duras condiciones de trabajo acaban haciendo que los profesionales sanitarios, quemados, tomen como defensa esta distancia. La medicina especialmente, pero la psicología también, tienden a cosificar a las personas, o las reduce a síntomas y problemas. Cosas tan elementales, y tan terapéuticas, como la empatía, la compasión, la cortesía y la amabilidad no son materias en los planes de estudio. Mirar a los ojos, tratar de hablar el mismo "lenguaje" que nuestros interlocutores, esos pacientes tan "pacientes", y tratar de no mostrarnos o hablar como un experto ayudan a crear un ambiente positivo, y a percibir a ese psicólogo, o ese otro que te va a ayudar, como más cercano, sensible y humano. Nosotros lo tenemos muy claro, pero como pacientes, no tengamos tampoco miedo a exigirlo. Muy probablemente ese profesional pondrá la misma cara de estupefacción que en el video, pero le estaremos ayudando a mejorar su consulta. https://www.youtube.com/watch?v=BrsWWkIRTnY...
—El TDAH es un diagnóstico, cada vez más popularizado, que carece de entidad clínica. Para empezar, no se establece sobre criterios objetivos que permitan diferenciar el comportamiento normal del supuestamente patológico, sino que se basa en apreciaciones subjetivas, en estimaciones de los padres del tipo de si «a menudo» el niño se distrae y se mueve mucho. Más que nada, el diagnóstico es tautológico. Si un padre preguntara al clínico por qué su hijo es tan desatento e inquieto, probablemente le respondería porque tiene TDAH, y si le preguntara ahora cómo sabe que tiene TDAH, le diría porque es desatento e inquieto. Por lo demás, insisto, no existe ninguna condición neurobiológica ni genética indenficada, y sí muchas familias donde no se asume que la educación de los niños es más difícil de lo que se pensaba.
—¿Quiere decir que no hay ninguna prueba médica que lo demuestre?