Sin duda un ejemplo de trato humano y cercano por parte de un médico de cabecera, cosa desgraciadamente poco habitual, al menos en mi experiencia como paciente. También gran ejemplo de fomento del
empoderamiento del
paciente y
autogestión de la propia
salud. Y literariamente muy realista, y conseguido. El relato resuena enormemente con experiencias similares vistas en mi consulta de psicología.
Padre, desempleado, cuidador... Aunque al
psicólogo no acuden al año, cuando todo tendría más fácil solución, sino probablemente dos o tres años después...
No obstante, ya como
psicólogo, echo mucho de menos el
consejo o la formulación al menos, de la posibilidad de acudir a terapia, si una vez se apuntan esos pensamientos o ideas, y se conecta con todos esos procesos y adaptaciones en las que está inmerso, la
ansiedad lo único que hace es aumentar, o si el problema del insomnio persiste, aunque sea intermitentemente... en lugar de la pastilla, que sigue estando sugerida en el relato. Vale que puede haber psicólogos dañinos, no lo dudamos, lo mismo que médicos, por supuesto, pero (creo) siempre pueden ser menos dañinos que una pastilla...
En resumen: #pastillaslasjustas también es compatible con #mejorunaterapiaqueunapastilla ¿o no?
A continuación, del blog
Mediblog de familia, de Fernando Fabiani (@fernandofabiani), médico de familia andaluz.
---
En estos tiempos que corren, y llevan corriendo ya tiempo, son muy frecuentes las consultas del tipo “no puedo dormir”, “estoy fatal de la ansiedad”, “tengo mucha angustia”, “a ver si me manda algo para los nervios”…

Evidentemente, en algunas ocasiones, podemos hablar un cuadro de
ansiedad pero
¿en cuantas de ellas estamos hablando simplemente de un proceso de adaptación o de reacción a unas circunstancias vitales nuevas o complicadas?
En esta y siguientes entradas, trataré de analizar cómo podemos afrontar estas circunstancias tan frecuentes medicalizando lo menos posible, evitando la
“medicalización de la vida” porque,
Pastillas las justas
Vengo a que me mande algo para dormir, que últimamente no pego ojo.
¿Y qué es lo que le quita el sueño?
Uy… no sé, imagino que los problemas, que llevo un año que no veas entre lo de estar sin trabajo, los niños, la enfermedad de mi padre…
Parece lógico que con tantas preocupaciones pueda ser difícil conciliar bien el sueño, ¿no? Eso es como ocurría el día antes de un examen…
La verdad es que sí. La cabeza, que no para…
¿Sí?. ¿Le ocurre que, por las noches, al meterse en la cama empieza a darle vueltas a la cabeza y a pasar todos los problemas uno tras otro?
¡Así me paso toda la noche!
Suele ocurrir, ¿sabe lo que pasa?. Que a veces durante el día queremos evitar pensar en esas cosas que nos preocupan, que nos angustian, tratamos de “no pensar”… y en cuanto acaban las distracciones ¡zas! el cerebro empieza a recuperar el tiempo perdido.
Ya…
¿Cuando fue la última vez que se paró un rato durante el día, sentado en una mesa, con papel y lápiz, a pensar sobre esos problemas que le preocupan, a analizarlos y a ver posibles soluciones o tomar decisiones concretas?
01 noviembre, 2014